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domingo, 26 de agosto de 2007

La Era de la Oclografía

Con oclografía neologizo “escritura de la plebe”. He aquí su esencia.La oclografía se trata de la dominación de la letra por quienes no tienen la intención de escribir para ascender de conciencia sino para hacernos saber a los demás que su estupidez es el mejor de los mundos posibles. Ortega y Gasset —que no era dos sino al menos tres— estaría de acuerdo en que somos una época en que el hombre-masa hace aparecer sus mensajes por doquier.

Ya sea en los mensajes de texto que aparecen en programas de televisión (“Niurka deja en paz a Bobby”) o en tags, YouTube, Twitter, blogs y toda página web (desde MSN News hasta Amazon.com) que tenga sección de “comentarios”. La oclografía pulula la palabra escrita. Algo inédito en la historia humana, ya que el elitismo de la imprenta oligarquizaba la grafía. Hasta hace poco —y no faltará quien siga afirmándolo no percatando el boom oclográfico electrónico— los best-sellers o la pornografía eran juzgados lo peor de la escritura pública. Es el grafiti que desgraciadamente sí se entiende.

Con el internet nació la Era de la Oclografía. En algunos años la mayoría de las palabras publicadas serán oclográficas. Cada palabra será una pepla más. La regla no escrita del oclógrafo es que no requiere verse como “autor” para publicar. Es la Muerte del Autor suplida por la Génesis del Nickname. Después de ver un discurso de Krishnammurti, alguien escribe en el comentario: “Se parece a Yoda”. Ante eso, ¿qué hacer?

Lo oclográfico es lo acaecido cuando todo espacio verbal mutó pared de baño público. No hay restricciones: todo puede ser dicho. Unos teclazos y un click y cualquier burrada, insulto, chisme, burla, ha quedado grabada para miles de leedores. En un mundo de micro-mass-medias, la oclografía reditúa. Su Big Bang fueron los e-mails. Los correos electrónicos sirvieron para que millones de personas retomaran la escritura y eso fue fabuloso, pero también para que cualquiera se sintiera con derecho —ya diestro en el click presto— a hacerle saber al mundo (y no sólo a su lista de correos) lo que opina. Entre los e-mails y la oclografía actual mediaron, por supuesto, los forwards. (¡La Segunda Venida del Kitsch!)

Y antes de todos estos géneros escritos demagógicos, la primera aparición de gente diciendo sandeces por largo tiempo en el espacio público masivo fueron ¡los malditos talk shows! ¡La culpa la tuvo Geraldo!

Después de que los talk shows y, obvio, las tribunas radiales populistas, dieron permiso para exhibir ante miles la ignorancia, prejuicios, insultos, gatuperios, de cualquiera que tuviera el micrófono, con la llegada del internet y el acceso a la autopublicación instantánea, la bomba estalló. El prestigio de la escritura será destruido por la oclografía.


-Heriberto Yépez/ Laberinto


*Heriberto Yépez, nació y vive en Tijuana (México 1974). Es profesor de filosofía en la Universidad Autónoma de Baja California. Ha colaborado en revistas latinoamericanas y estadounidenses en los últimos años, y escrito un montón de libros.

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