Ves el reloj: 7 de la noche. En este momento, se dice, el Himno Nacional Mexicano cumple 150 años; es difícil creer en la historia, ¿no?; pero, si es ficción, a quién le importa.
Caminas por la Calle Central tropezando con los adoquines chuecos, Juan Sabines -piensas- no imaginó que este camino sería tan duro. ¿Juan Sabines? Repites en voz alta, pero si acabas de verlo en una lona colgando de un poste, ¡con los colores de la bandera! Después reflexionarás sobre el Eterno Retorno.
Hay pocas personas, aún no llegas al parque, pero definitivamente hay pocas personas. Cruzas el mercado, caminas sobre un dinosaurio que acaba de salir del pantano, cuidas de no salpicar y de no ser salpicado.
Caminas por la Calle Central tropezando con los adoquines chuecos, Juan Sabines -piensas- no imaginó que este camino sería tan duro. ¿Juan Sabines? Repites en voz alta, pero si acabas de verlo en una lona colgando de un poste, ¡con los colores de la bandera! Después reflexionarás sobre el Eterno Retorno.
Hay pocas personas, aún no llegas al parque, pero definitivamente hay pocas personas. Cruzas el mercado, caminas sobre un dinosaurio que acaba de salir del pantano, cuidas de no salpicar y de no ser salpicado.
Parque
Desde la primera-sur hay policías recargados en brandales blancos. Los polis dejan pasar sin problemas a “la gente del grito”, pero si “la gente del grito” es “sospechosa”, les revisan todo. Normalemente serías sospechoso, pero te acabas de bañar y tu credencial de universidad aún es vigente, no te preocupas.
Te divierte la idea de cargar una bomba en la mochila. Dices buenas noches. Cruzas la valla y no vas directo a los esquites. Ves a todas partes; observas -por última vez- el centro de Tuxtla Gutiérrez, antes de la imaginaria explosión:
Las nubes descansan en los cerros: duermen y son una manada de elefantes. Desde los triciclos estacionados en diagonal, los vendedores se pierden en la bruma del maíz. Las personas se mueven despacio, la luz se concentra frente a Palacio de Gobierno, los charcos negros vibran; arriba: papelitos verdes, blancos, rojos. La Catedral muestra con orgullo una lona con el retrato de Miguel Hidalgo. El Congreso con las luces rojas es un burdel enorme. Esperas un momento. Te preparas: ya eres un hombre bomba. Pasa un rato. Sientes que ya no es emocionante imaginar que el parquecito se levanta en pedazos y que una línea morada parte 10 metros a la redonda –quizá menos. Estás aburrido.
Desde la primera-sur hay policías recargados en brandales blancos. Los polis dejan pasar sin problemas a “la gente del grito”, pero si “la gente del grito” es “sospechosa”, les revisan todo. Normalemente serías sospechoso, pero te acabas de bañar y tu credencial de universidad aún es vigente, no te preocupas.
Te divierte la idea de cargar una bomba en la mochila. Dices buenas noches. Cruzas la valla y no vas directo a los esquites. Ves a todas partes; observas -por última vez- el centro de Tuxtla Gutiérrez, antes de la imaginaria explosión:
Las nubes descansan en los cerros: duermen y son una manada de elefantes. Desde los triciclos estacionados en diagonal, los vendedores se pierden en la bruma del maíz. Las personas se mueven despacio, la luz se concentra frente a Palacio de Gobierno, los charcos negros vibran; arriba: papelitos verdes, blancos, rojos. La Catedral muestra con orgullo una lona con el retrato de Miguel Hidalgo. El Congreso con las luces rojas es un burdel enorme. Esperas un momento. Te preparas: ya eres un hombre bomba. Pasa un rato. Sientes que ya no es emocionante imaginar que el parquecito se levanta en pedazos y que una línea morada parte 10 metros a la redonda –quizá menos. Estás aburrido.
Grito
Estadísticamente (5 de 5) nadie de tus conocidos fue “al grito”, todos “pasaban”. Aunque luego los encuentres distraídos a una cuadra de Palacio. Cuánta vergüenza. La voz oficial siempre tan oficial anuncia el inicio de la celebración. Te acercas debajo del graderío metálico que escurre óxido y lodo de zapatos, puedes ver al Gobernador y sus pajes, también la escolta del Ejército Mexicano, y sí, son los mismos que escuchaban backstreet boy´s en sus camiones (te sorprendió la “rara” recreación estética de los militares pero, sobre todo, el rating de los grupos-pop-juveniles-gringos a la Zona Militar N. 7).
Aunque el acto es curioso, dirías ridículo, casi nadie se ríe. Tú tampoco quieres hacerlo, recurres a tu nacionalismo ortodoxo y mal comprendido. Ves los colores de la bandera, las luces, escuchas el tono del discurso que no cambia sólo que esta vez el Himno cumple 150 años. Pero un diablillo dentro de la cabeza te dice: México no existe, mexiconoexiste, mé-xi-co-no-exis-te. El clarín silencia al auditorio; con su “bélico acento” te hace apretar los dientes, piensas en la guerra, CNN informó que hoy murieron 47 irakíes, seguramente fueron más.
Estadísticamente (5 de 5) nadie de tus conocidos fue “al grito”, todos “pasaban”. Aunque luego los encuentres distraídos a una cuadra de Palacio. Cuánta vergüenza. La voz oficial siempre tan oficial anuncia el inicio de la celebración. Te acercas debajo del graderío metálico que escurre óxido y lodo de zapatos, puedes ver al Gobernador y sus pajes, también la escolta del Ejército Mexicano, y sí, son los mismos que escuchaban backstreet boy´s en sus camiones (te sorprendió la “rara” recreación estética de los militares pero, sobre todo, el rating de los grupos-pop-juveniles-gringos a la Zona Militar N. 7).
Aunque el acto es curioso, dirías ridículo, casi nadie se ríe. Tú tampoco quieres hacerlo, recurres a tu nacionalismo ortodoxo y mal comprendido. Ves los colores de la bandera, las luces, escuchas el tono del discurso que no cambia sólo que esta vez el Himno cumple 150 años. Pero un diablillo dentro de la cabeza te dice: México no existe, mexiconoexiste, mé-xi-co-no-exis-te. El clarín silencia al auditorio; con su “bélico acento” te hace apretar los dientes, piensas en la guerra, CNN informó que hoy murieron 47 irakíes, seguramente fueron más.
Artillería
Que viva. Que viva. Caminas entre la multitud cada vez más densa (después de la “ceremonia” vienen los Temerarios). Suena simbólicamente la campana de la independencia. Te diriges a la Catedral porque sabes que desde el kiosco-sur detonarán los fuegos de artificio. Esperas que la voz oficial invite al público a disfrutar del espectáculo.
Estás a 15 metros de los tambos negros que explotan, sientes el zumbido, esa chispa que avanza y avanza y ¡madres!: el rugido, las luces en bolas que se expanden, rojas, verdes, moradas. Serpientes, estrellas enanas. La expectación… más retumbos y luces. Piensas que talvez la independencia real genera ese júbilo entre la garganta y el pecho.
Termina el artificio y las personas dejan de ver el cielo. Te quedas un momento porque te gusta el olor a pólvora y ves cómo los técnicos detonan manualmente (con cigarros) las cargas dormidas en los tambos. Sabes que en un momento Los Temerarios iniciarán el concierto por lo tanto, es el momento de largarte a casa.
Que viva. Que viva. Caminas entre la multitud cada vez más densa (después de la “ceremonia” vienen los Temerarios). Suena simbólicamente la campana de la independencia. Te diriges a la Catedral porque sabes que desde el kiosco-sur detonarán los fuegos de artificio. Esperas que la voz oficial invite al público a disfrutar del espectáculo.
Estás a 15 metros de los tambos negros que explotan, sientes el zumbido, esa chispa que avanza y avanza y ¡madres!: el rugido, las luces en bolas que se expanden, rojas, verdes, moradas. Serpientes, estrellas enanas. La expectación… más retumbos y luces. Piensas que talvez la independencia real genera ese júbilo entre la garganta y el pecho.
Termina el artificio y las personas dejan de ver el cielo. Te quedas un momento porque te gusta el olor a pólvora y ves cómo los técnicos detonan manualmente (con cigarros) las cargas dormidas en los tambos. Sabes que en un momento Los Temerarios iniciarán el concierto por lo tanto, es el momento de largarte a casa.
5 comentarios:
ya quería leerle una crónica carnal. chingona, la neta. y sí, coincido. no hay independencia que celebrar. pero que chidos se ven los cohetes estallando en el cielo.
Pos yo me quedé esperando el bombazo. !Kablam! !Katapum! !Kabooom!
Y nada... puro suspenso. XDDDD
Ya en serio...
---
...bueno, nada es en serio.
Nomás un saludo.
Hola!
pues sí antón, puro suspenso... uno se queda esperando la independencia, luego la revolución, luego que no se firmen los tratados de libre mercado con desventajas tan obvias, luego que se repete la declaración de los DDHH... nada....
pero eso sí carnalito: el fuego en el cielo es bien chingón (creo que en otra vida fuimos "cueteros")
Coincido con tus primeras líneas:
"es difícil creer en la historia, ¿no?; pero, si es ficción, a quién le importa."
Además de que mientras leía la última línea del segundo apartado se me vino a la mente un trozo de un poema de Sabines:
"Yo lo que quiero es que pase algo,
que me muera de veras
o que de veras esté fastidiado,
o cuando menos que se caiga el techo
de mi casa un rato."
Y entonces envidié el que estuvieras con una bomba en el parque central.
Creo que por eso no me gusta ir a eventos masivos. Porque al igual que tu empiezo a matar a las personas imaginariamente. Con tu crónica me di cuenta que no soy la única con imaginarios instintos terroristas frustrados cuando ve a tanta gente reunida. Que buen trabajo.
Por otro lado¡Que bueno que no fui! Imaginate y ¿si no se te hubiera olvidado la bomba en tu casa?
sí, la historia es un espejismo que varía entre memoria de odios y chisme generacional (¿?) bueno algo así como "tenta, tú te las traes" o "¡¡¡me vengaré!!!" o "ay no que verguenza, esto pasará a la historia"...
pero nimodo: hasta el mismo fundamentalismo al que lluvia y martín se inscriben es uno de tantos bichos que la madre historia ha creado.
chale no?
(aunque bueno, ahora con el posmodernismo y eso del FIN de la Historia creo que ésto no va para mejor) (otro debe ser el rumbo... ni babor ni estribor, vámonos al fondo del mar.)
salud!
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