son las quince menos doce

allá afuera la humedad de las calles. el silencio de la colonia. callejones a media luz. el sabinal desatado. aquí un cuaderno con rayas. una guitarra colgada. calamaro cantando te quiero por enésima vez. la última lata de cerveza sobre la mesa. allá afuera el mundo y su acorde arrítmico. el aire soplando las ramas. el sollozo de criatura abandonadas. el ulular escandaloso de las sirenas. aquí la soledad bailando un tango. el agua filtrada en las paredes. la nostalgia hiriendo al hombre de siempre. al que te escribe y se desvela con tal de no abandonar tu imagen. que ganas de asaltar el teléfono de calle abajo. y no llamarte. meterme entre los agujeros por donde viaja la resonancia. y llegar gateando a tus oídos. decirte que nuestra lucha viaja en un barco de papel bien fuerte. que ganas de extenderme hasta ti. atravesar con el corazón colgado los kilómetros de cables que nos separan. o bajar arrastrado por la corriente de agua e inundar tu casa. que ganas de ahuyentar el frío que se cuela bajo tu puerta. y ser el calor que sube lento por tus piernas. que ganas de asesinar al fantasma que lame tus pies. de besarte los párpados. de arrancarte los miedos. el mal día. la tristeza. la blusa. que ganas de despertarte con una canción. o no despertarte. contemplar mientras duermes. y respiras. y transpiras. y deliras. que ganas de penetrar sigiloso tus sueños con la sobra de la luna. pero sólo son ganas. allá afuera el quiquiriquí de los gallos rasga nuevamente la camisa del sol. aquí pierde el sentido el hombre de siempre.

-jesús hernández flakko