Para mi amiga Pulsi, por la Argentina que nos separa, nos une.
Pensar una ciudad no puede dar como resultado una geografía pura, limpia porque fluye el caos, precisamente; porque su expresión es voraz conforme avanza.
La ciudad como proyecto futuro es un oficio de multiplicación y dispersión, en su mayoría sin las bases necesarias para mejorar su imagen porque quienes la administran confunden cultura, divulgación e información con apuestas políticas (animales prehistóricos que son).
Una ciudad ejerce en suma una realidad que será siempre insuficiente, donde comerciantes, empresarios, periodistas, crónistas hacen toda una historia de vida dentro de ella; saqueadores natos inventan propias (y únicas) vigencias, conceptos vínculados a elecciones porque una sociedad, en sí, espera ofertas políticas y supone patria en nombre de la disposición a la síntesis que da toda boleta electoral.
Dentro de una intención clara de imposibilitarnos, el ciudadano finaliza su recorrido -por poner un ejemplo- gritando el nombre de su candidato en la plaza, la misma donde escuchando música norteña también grita ¡Viva Chiapas!, ¡Viva Mexico!
La ciudad, a pesar de su cosmopolitismo, no es una experiencia suficientemente amplia para procedimientos primarios como llegar en auto hasta Walmart o la puerta de tu casa. Y todo ciudadano, en el día a día, no deja de exponerse ante su propia histeria, la que nos ofrece personajes, posiciones, arquetipos proteccionistas de un catálogo de pequeñas nuevas fronteras dentro de ese estado benefactor que resulta ser el automóvil. El neociudadano, desde ahí, fortalece la opinión pública: igual se habla de futbol, espectáculos, antros, política y adopta como propias las agendas de Juan Sabines, Belinda o RBD, que a estas alturas son las mismas.
¿Agua para todos?
Como diría Cantinflas: aunque sea de coco.
1 comentario:
Eres un ogro, pero adorable...no djes de ser ese niño que eres
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