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domingo, 30 de septiembre de 2007

Sostente de pie


“Con amor y respeto, les doy la bienvenida desde el desierto de Real de Catorce, les traigo el híkuri”, fueron las primeras y tradicionales palabras de José Cruz al aparecer en el escenario, nuevamente en silla de ruedas. Nina Galindo y su Buenavista Social Blues, Eugenia León con el guitarrista Cristóbal López, y Betsy Pecanins acompañada de sus músicos, ya nos habían erguido la piel con electrizantes voces. Mucho blues, boleros y uno que otro rock and roll.
Seguido de un delicado bajeo y una acústica guitarra sonó un saxofón. Cruz tomó el micrófono para entonar Contraley

“Eres mi abrigo de invierno/los cielos se agitan de frió/guardo esperanza en los labio/y unos terrones de azúcar…”

Playera negra cubierta con la siempre presente chamarra de piel, pantalón y zapatos negros de charol. José puede no articular claramente las palabras al hablar, pero al cantar parece que la esclerosis múltiple le pela el diente.
Ha llamado a María José Camargo a escenario. Su hija heredó el don, tiene el blues en la sangre; juntos entonan La Medicina. José se coloca el sombrero, toma su armónica y al teatro entero se le eriza la piel.
Continuó con un bolerito nuevo. Llamó otra vez a su hija y cantaron Beso de Ginebra, después Epílogo, del disco “Cicatrices”.


“El blues de noche se mete a la cama de las niñas buenas/les hace el amor y les deja una flor entre las piernas”.

La misión titánica titubeó por un momento: José pidió oxígeno, dio dos jales y a manera de disculpa dijo al público: “no comparto con ustedes…, apenas tengo suficiente para mí”. La enfermedad no lacera el sarcasmo, la ironía, el sentido del humor negro de Cruz. Pareciera que la demanda que interpusieron sus examigos y excompañeros de grupo fue una transfusión completa, se le ve coraje, fuerza, rabia, e incluso se mofa de la demanda, “me cuesta sostener la guitarra pero aquí estoy”, añadió.
La Bacha, tango blusero compuesto y dedicado a los fans, fue la siguiente canción, la bacha tan necesaria para sobrevivir en este mundo donde, en ocasiones, el amor no es prioridad, “se acabó la bacha, tú la mataste y la noche se llena de carcajadas”.
Con el fondo musical de Dorina y Abel, José introdujo un texto correspondiendo a sus fieles seguidores:

“Extraño a mi raza, digo mía porque yo los hice míos, extraño su irreverencia provocadora de mis mentadas de madre.
Extraño a mis pachecos, borrachos, borrachas, mariguanísimos en el ritual de escuchar, de oír, de ver, de transver, extraño a todas mis amantes embriagadas y cachondas. Imaginarias, verdaderas, putas, mujeres livianas, jóvenes Jennys, viejas solas.
Amigos míos, los extraño.
En la tarea difícil de rearmarme el armazón con terapias dolorosas, de recoger las sílabas que se me cayeron de la boca, quiero cantarles a los míos que son ustedes.
Los extraño, pero les prometo, que pronto nos veremos la cara en el ritual que quedó pendiente. Blues y Luz”.


El teatro entero se humedeció, pero a petición de José no dejamos de corear: Dorina, Dorina y Abel… Dorina, Dorina y Abel.
Nina Galindo y María José reaparecieron casi al final para interpretar la canción que dio nombre al concierto homenaje, y que en su tiempo dedicó a los fans de Real: Sostente de pie.

“Cuando llueve y llueve sin parar/sobre tu valor y tus hombros/y te enfangas las botas/y piensas que vas en el último tren…/sostente de pie/la vida es la bronca/las nubes se van/da vuelta la hoja/sostente de pie/enciende tu luz/y abrígate bien/al fuego de un blues…”

Con atrevido esfuerzo, José consiguió levantarse de la silla al mismo ritmo que los presentes y sentenció: “estoy de pie y estoy aquí por ustedes.
Sin duda, ese miércoles José Cruz olvidó la esclerosis múltiple bajo las sábanas, tomó su guitarra, armónica, sombrero y chamarra de piel, la enfermedad se quedó acompañando al perro de traspatio.
-irving niño

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