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lunes, 18 de mayo de 2009

Adios, Mario Benedetti

Si dios fuera mujer

¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.

Mario Benedetti

En mis años locos de católica, recuerdo haber leído este poema con cierta culpa por haberme dado una cosquilla se satisfacción . Ahora, que estoy muy lejos de la religión pero muy consciente de los problemas de género, sigo sintiendo cierta culpa que me da la misma cosquilla, aunque esta vez la culpa es producida por diferente causa. Si antes era la blasfemia, ahora es el sexismo. Mientras escribo esto, me viene a la cabeza lo que me acaban de decir hace una hora: "ahora que Benedetti está muerto él será perfecto". Paradojicamente, las personas guardamos más veneración por los muertos que por los vivos. Supongo que en estos días Benedetti será el escritor favorito de todos. No sé si esto tenga que ver con que en este momento siento que le tengo cariño. Los poemas de Benedetti fueron unos de los primeros comprensibles para mí y los que me fueron inspirando cierto amor a la poesía. Fueron los que me dijeron: mira, la literatura no está tan lejos, y es muy agradable. Tengo ganas de agradecer y le agradezco por enseñar, desde muy lejos, a ver a las palabras con extrañamiento, con placer.

3 comentarios:

periodismosincensura dijo...

He visitado varios blog hoy, han sido contados los que no postearon nada de Benedetti. Que manera de extrañarlo. ¿Qué nos dejas Mario?

sin palabras dijo...

NO TE SALVES
.
No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca.
.
No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.
.
Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el jubilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo

Anónimo dijo...

LA MENOR IMPORTANCIA
Benedetti

José Israel Carranza
21 May. 09

Se murió Mario Benedetti. Por lo que pudo verse en la cobertura noticiosa de sus exequias, una nación entera (la suya) presumiblemente habría quedado bajo una nube espesa de luto y pesadumbre, al tiempo que en otras varias (Cuba, España, México) no nos libramos del chaparrón de lágrimas y lamentaciones. Mientras los dolientes ("huérfanos", llegaron a declararse los compatriotas del escritor) desfilaron junto al cadáver expuesto en la sede del Palacio Legislativo de Montevideo, quienes tienen siempre micrófonos y cámaras a la mano protagonizaron una competencia por ver quién profería la desmesura más audaz. "Con Benedetti se va también un País", declaró el presidente de la Academia Nacional de Letras de Uruguay (un señor que tiene la ocurrencia de llamarse Wilfredo Penco), en tanto que el cantante Daniel Viglietti, compinche por años del autor de La Tregua, se lanzó de un balcón con esta hipérbole lírica: "No necesita que lo idealicen, porque es un ideal en sí mismo". José Saramago, que resultó "amigo y hermano" del finado, y que está siempre puesto para pronunciarse, salió a decir esto: "La obra del gran poeta uruguayo se nos presenta no sólo como suma de una experiencia vital, sino, sobre todo, como la búsqueda persistente y lograda de un sentido, el del ser humano en el planeta...".

Aunque no es infrecuente que los escritores se mueran, sí es raro que un deceso en particular desate tal coro de gemebundos -jefes de Estado incluidos, que al dar el pésame lo han hecho en nombre de sus gobernados. Mario Benedetti tuvo y tiene y seguirá teniendo multitudes de lectores, y muy legítimamente: si hay legiones que se desviven por Paulo Coelho y bichos parecidos, el uruguayo al menos habrá dado algunas páginas legibles -por panfletario y cursi y poco estimulante que se exhiba apenas abramos cualquier versión de su Inventario, el nombre genérico que fue dando a sus compilaciones de poemas-: algún pasaje de alguna novela o de alguna pieza teatral, finalmente, acaso lo justifique en términos literarios. Como apuntó en estos días el escritor mexicano Alberto Chimal, en un artículo que pone en su lugar al muerto, "el padre espiritual de sus poemas pudo haber sido, entre otros, Bertolt Brecht, pero tiene entre sus hijos a Ricardo Arjona y otros todavía peores".

Popular y "accesible", Benedetti pudo pasar por esta vida sin el visto bueno de la crítica, pero a cambio, y nada menos, los miles que memorizaron sus versos, a veces vueltos canciones, le guardarán la gratitud y el cariño que ya muchos quisieran. Pero hay una diferencia entre eso -total: que la gente quiera a quien le dé la gana- y la excesiva propagación de elogios sentimentaloides que han venido haciendo sus pares y sus secuaces ideológicos: una profusión de lugares comunes teñidos de rojo deslavado que recuerda tiempos idos. O quizás no tan idos, misteriosamente.

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